¿Los hidratos de carbono engordan? Despídete de este mito, pues son mejores de lo que dice su fama. Lo que realmente importa es cuándo los tomas. Es precisamente en el desayuno cuando el cuerpo necesita hidratos de carbono para tener fuerza en forma de azúcares complejos provenientes de cereales, almidón o fibras. Estas últimas son especialmente importantes para nuestra digestión, ya que a las bacterias intestinales les gusta la fibra, y esta no solo se ocupa de eliminar determinados residuos, sino también de alimentar al organismo con sustancias beneficiosas para él. En general se recomienda que un 40 % de nuestra alimentación diaria se base en hidratos de carbono complejos, como los que se encuentran en los productos integrales.
He aquí algunos alimentos especialmente aptos para ser tomados en el desayuno: tortitas de patata, pancakes con jarabe de arce o pan con mermelada. Es preferible tomar pan integral con una mezcla de centeno, cebada, alforfón y avena. Un consejo: ten cuidado con los copos de avena y los cereales industriales, ya que esconden una gran contenido de azúcares simples.
El momento ideal para el consumo de los hidratos de carbono que se encuentran en productos horneados, pasta, patatas, arroz, maíz, frutas, limonadas y alcohol es el almuerzo. En este caso también debes informarte acerca de los ingredientes de cada producto procesado, ya que a menudo contienen grandes cantidades de azúcares simples. Por eso es mejor cocinar los alimentos uno mismo que comprarlos ya hechos.
Los hidratos de carbono deben evitarse por las tardes, ya que durante la noche alteran el ciclo glucémico. Esto favorece el aumento de peso y, además, si se ingieren durante muchos años, puede desembocar en demencia, pérdida muscular y agotamiento.
Por lo demás, cualquier actividad corporal consume energía, incluso el acto de comer. Este proceso quema entre 100 y 300 kilocalorías, dependiendo de la clase de alimento. Por eso, es mejor comer productos integrales o verduras poco hechas: tardan más tiempo en ser digeridos y, por lo tanto, consumen más energía que el pan blanco y los purés de verdura.