El reloj circ adiano desempeña un papel cada vez más reconocido en la fisiopatología del acné. Aunque la investigación sobre este tema aún está en pañales, los hallazgos actuales sugieren que las alteraciones del ritmo circadiano pueden influir en el desarrollo y la gravedad del acné a través de sus efectos sobre las hormonas, la respuesta inmunitaria, la producción de sebo y la colonización microbiana de la piel. He aquí un resumen de los posibles mecanismos:
Regulación de los procesos hormonales
El reloj circadiano controla la secreción de varias hormonas que intervienen en el acné, como el cortisol, la melatonina, la insulina y la testosterona. Los andrógenos, como la testosterona, favorecen la producción de sebo. El cortisol (hormona del estrés) aumenta con la falta de sueño. Esto favorece la inflamación y la producción de sebo, lo que puede agravar el acné. Un ritmo alterado de sueño-vigilia también puede alterar el equilibrio hormonal, favoreciendo enfermedades de la piel como el acné, especialmente las formas inducidas hormonalmente.
Impacto en la barrera cutánea, la función inmunitaria y la producción de sebo
La piel tiene su propio reloj circadiano, que controla rítmicamente procesos como la renovación celular, la reparación del ADN, la respuesta inmunitaria y la actividad de las glándulas sebáceas. Estos procesos son especialmente activos por la noche. La falta de sueño o el trabajo por turnos alteran este proceso, lo que a menudo retrasa la curación de las manchas cutáneas y aumenta la inflamación. Los sebocitos (células de las glándulas sebáceas) también están sujetos a un ritmo diario. Una desregulación puede conducir a una producción excesiva de sebo, lo que favorece el acné.
Expresión génica en la piel
Ciertos genes reloj (por ejemplo, BMAL1, PER, CLOCK) influyen en las reacciones inflamatorias, la proliferación celular y los procesos oxidativos. La desregulación de estos genes podría contribuir a la hiperactividad de las vías de señalización inflamatoria, un factor clave en el acné inflamatorio. Los estudios demuestran que los microorganismos de la propia piel presentan actividad circadiana o están influidos por el ritmo circadiano del huésped. A la inversa, el microbioma puede influir en la expresión génica circadiana de las células cutáneas, por ejemplo, a través de metabolitos o mediadores inflamatorios.
Factores indirectos: Estilo de vida y dieta
El trabajo por turnos, el desfase horario, las comidas tardías y la exposición a la luz azul por la noche (smartphones) alteran el reloj circadiano. Estas alteraciones se correlacionan con un mayor riesgo de acné, por ejemplo, a través del aumento de la resistencia a la insulina, que afecta a los niveles de IGF-1 → IGF-1 estimula la producción de sebo y el crecimiento de los queratinocitos. Entre los alimentos que pueden agravar el acné se encuentran los de alto índice glucémico, como el pan blanco, el azúcar, los dulces, los refrescos y las patatas fritas. En particular, se sospecha que la leche baja en grasa favorece el acné. Esto podría deberse a los residuos hormonales de la leche, es decir, factores promotores del crecimiento (por ejemplo, IGF-1), que activan las glándulas sebáceas. Los alimentos muy procesados suelen contener muchas grasas trans, azúcar y carbohidratos simples, todas ellas sustancias que pueden aumentar la inflamación del organismo.
Consejos para apoyar el reloj circadiano en el acné
Un patrón de sueño regular es importante para regular las hormonas y favorecer la regeneración de la piel. Evite la luz azul por la noche para favorecer la producción de melatonina y mejorar la calidad del sueño. Tomar el sol por la mañana puede reducir los niveles de cortisol y estabilizar el reloj interno. Las comidas regulares también favorecen los ritmos metabólicos naturales. Evite el azúcar y la cafeína a última hora de la noche para prevenir las reacciones inflamatorias nocturnas.
Conclusión
El reloj circadiano regula procesos centrales que son cruciales para el desarrollo y la progresión del acné, en particular, la producción hormonal, la función de las glándulas sebáceas, la barrera cutánea y la regulación de la inflamación. Un ritmo circadiano alterado (por ejemplo, por falta de sueño, desfase horario o trabajo por turnos) puede empeorar el acné o favorecer su desarrollo.